Don`t Worry Darling (2022) es el segundo largometraje de Olivia Wilde. Tras su solvente y divertida opera prima, Super empollonas (2019), la directora se acerca al thriller psicológico en su segunda obra.
De entrada, podemos decir que
Don`t Worry Darling es una película fallida desde la misma producción. Los
medios se hicieron eco de los problemas entre la directora y el elenco de
estrellas, aportando una indiscreta campaña publicitaria no intencionada a la
película que quizás haya hecho acudir a muchos espectadores a las salas de cine
a causa del morbo. Esto podría explicar un aberrante film que roza la comedia
involuntaria por momentos. Incluso a pesar de esto, el producto final es la
materia a criticar y no lo que haya pasado detrás de las cámaras.
1. Florence Pugh en Don`t Worry Darling |
El principal problema de Don`t
Worry Darling es que se trata de una película que hemos visto ya pero peor
resulta en todos los sentidos. Es fácil que se nos venga a la cabeza durante el
visionado películas como El Show de Truman (1998) de Peter Weir o La Isla
(2005) de Michael Bay, siendo conscientes de que no tiene ni el carisma de la
primera ni la espectacularidad de la segunda.
Don´t Worry Darling carece de la
creación de una atmósfera intrigante durante su primer acto, algo vital para
que funcione este tipo de propuestas. Durante el primer momento sabemos que
algo raro está pasando, pero el filme parece esforzarse en que no empaticemos
ni entendamos a los personajes. La película desluce su propio subtexto
feminista a causa de un guion sin sentido donde encontrar una metáfora hábil
corre por cuenta del afán del espectador más que por las virtudes de la propia
historia.
Al menos, el espectador puede
sentirse como la misma Florence Pugh: igual de desubicado. La actriz se carga
sobre sus hombros todo el peso de la película, siendo el único elemento de la
misma que parece creíble. No la acompaña el resto del elenco, un Harry Styles
eclipsado por Pugh (cuándo aparecen ambos en pantalla se nota quien se dedica a
la actuación realmente) y, hasta la propia Olivia Wilde, parece que no sabe lo
que está haciendo.
2. La cara de Chris Pyne en Don´t Worry Darling es la del espectador durante su visionado |
Cuando nos acercamos a su tercio
final, el momento en el que se revela el misterio y todas las piezas deberían
encajar, la película acumula una cantidad indecente de pay off al espectador
que quedan sin resolverse. Curiosamente, el giro de guion de su último acto es
tan disparatado e inesperado (no precisamente en el buen sentido de la
palabra), que hace que todo el tercio final sea el más entretenido de todos.
Don`t Worry Darling aúna todos los elementos para, como mínimo, haber sido una película interesante. Lo positivo es que el desastre no da para recordarla de manera infame, simplemente, es olvidable. Esperemos que esto sirva de punto de inflexión favorable en la dirección de Olivia Wilde y no un lastre que afecte a sus futuros proyectos.
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